Hace treinta años, Rikolto ayudó a fundar Alterfin como respuesta a la enorme falta de financiamiento existente para las pequeñas explotaciones agrícolas. ¿Y en la actualidad? El modelo de Alterfin, tal y como asegura su directora general de Impacto, Caterina Giordano, sigue siendo, lamentablemente, casi único en el mundo financiero. Al mismo tiempo, Chris Claes, director de Rikolto, observa un claro cambio de mentalidad en torno a la agricultura y la alimentación.
Hace treinta años, Rikolto ayudó a fundar Alterfin como respuesta a la enorme falta de financiamiento existente para las pequeñas explotaciones agrícolas. ¿Y en la actualidad? El modelo de Alterfin, tal y como asegura su directora general de Impacto, Caterina Giordano, sigue siendo, lamentablemente, casi único en el mundo financiero. Al mismo tiempo, Chris Claes, director de Rikolto, observa un claro cambio de mentalidad en torno a la agricultura y la alimentación.
En esta entrevista conjunta, con motivo de campaña común de Alterfin y Rikolto, ambos comentan sus preocupaciones y los aspectos que todavía les hacen mantener la esperanza en estos tiempos convulsos.
C.C.: Sobre el terreno, vimos que los agricultores a quienes prestábamos apoyo necesitaban acceso al financiamiento para poder crecer y acceder a los mercados, pero los bancos no les ofrecían respuesta alguna. Existía una necesidad real de obtener un financiamiento a medida, y Alterfin lo proporcionó.
C.G.: Rikolto sigue siendo una pieza clave de nuestro consejo de administración, y me gustaría aprovechar la oportunidad para agradecerle a Chris por su labor, ya que formó parte del consejo durante toda una década y su experiencia en agricultura ha sido de inestimable ayuda.
C.C.: Trabajamos como ONG. Prestamos apoyo a las organizaciones de agricultores para que puedan profesionalizarse y ser parte de las cadenas de valor agrícolas. Pero llega un punto en que no podemos hacer más, y es entonces cuando necesitamos el apoyo de socios como Alterfin.
C.G.: Lo verdaderamente sorprendente es que, incluso 30 años después de la fundación de Alterfin, nuestras organizaciones sigan manteniendo unos valores y objetivos comunes.
Rikolto ayuda a estructurar las cadenas de valor y a crear mercados justos y espacios donde nuestros clientes puedan integrarse. De hecho, incluso compartimos algunos clientes.
C.G.: Rikolto nos ha enseñado en gran medida a efectuar mediciones del impacto. Queríamos ir un paso más allá de las meras cifras de informes
y desarrollamos FarmVoices, una herramienta que nos permite recopilar experiencias de los beneficiarios finales de nuestros clientes. Es más que una simple herramienta de información, es también una herramienta de gestión.
Asimismo, hay que destacar el papel de Rikolto en nuestro consejo de administración y el intercambio de conocimientos entre ambas organizaciones.
C.C.: He visto cómo ha seguido profesionalizándose Alterfin y de qué manera han convertido el impacto en un elemento primordial para sus operaciones. Y sabemos que eso no es nada sencillo.
Alterfin también se diferencia por la claridad y transparencia en sus operaciones, criterios de selección y condiciones para elegir a sus clientes.
Y cabe recordar que también fundamos juntos Kampani, un fondo para la agricultura familiar sostenible muy acorde a la filosofía de Alterfin.
C.C.: La innovación forma parte de nuestro ADN, y el sector lo reconoce. Un claro ejemplo es nuestro trabajo con el «modelo de ingreso vital». Por supuesto, no somos los inventores del concepto de ingreso vital, pero estamos abriendo nuevas vías para llevarlo a la práctica junto con clientes como Colruyt, Puratos y Lidl.
El compromiso de estas empresas es abonar primas más elevadas para que los productores puedan obtener unos ingresos dignos, a veces incluso superiores a los precios del comercio justo. Del mismo modo, los agricultores participantes reciben el apoyo necesario para reforzar su resiliencia, por ejemplo, a través de la diversificación de los ingresos, la agrosilvicultura o las mejoras en la productividad.
Es importante comprender que el modelo de ingreso vital no se reduce simplemente a los precios establecidos, sino que también requiere relaciones a largo plazo, financiamiento previo y riesgos compartidos. Por ese motivo, este modelo únicamente tiene éxito cuando toda la cadena se compromete a llevarlo a cabo.
En Bélgica también hemos desarrollado un modelo para ofrecer menús saludables y sostenibles en una red de escuelas de Flandes. Todo ello gracias a la colaboración con empresas de catering, escuelas y municipios. Nuestro objetivo es siempre el mismo: no solamente animar a otras personas a cambiar, sino también a desarrollar y poner en práctica modelos económicos que funcionen.
C.G.: Eso es algo que admiro mucho de Rikolto; siempre están trabajando en nuevos proyectos, que no se tratan de simples iniciativas de nicho, y gracias a los cuales consiguen captar la participación de otros actores, incluso de aquellos que no compartían necesariamente su visión en un principio.
C.G.: En Alterfin, la innovación no es un fin en sí mismo, aunque sí animamos a nuestros socios a modernizar sus operaciones.
Lo más llamativo es que, pese a que Alterfin existe desde hace 30 años, la gente sigue viendo nuestro modelo como innovador.
La inversión de impacto, el modelo cooperativo, el apoyo a la agricultura sostenible… nada de eso es estrictamente nuevo. Y, sin embargo, todavía son muy pocos los actores que lo hacen. Incluso hoy, sigue siendo increíblemente difícil conseguir financiación para proyectos agrícolas.
C.C.: Lo que me resulta especialmente innovador de Alterfin es que hayan conseguido desarrollar un modelo de negocio centrado en financiar la agricultura, algo que muy pocos han logrado hacer.
C.G.: Sinceramente, no ha cambiado mucho en el mundo de las finanzas. Sí, hay más financiadores de impacto, pero en general las finanzas solo se están volviendo más complejas y siguen desconectadas de las personas y de la economía real.
Necesitamos más enfoque en el bienestar de las personas y del planeta, y también más transparencia.
En resumen, aún queda mucho por hacer. Por eso compartimos lo que aprendemos: para animar a otros a hacer las cosas de manera diferente.
C.C.: Cuando miramos las cadenas de valor alimentarias, vemos tanto avances como retrocesos. La alimentación es un tema sensible: está inevitablemente ligada a la cultura, la identidad y los hábitos cotidianos. Eso la convierte en algo personal y, al mismo tiempo, político.
En Europa, algunos países han logrado grandes avances en agricultura ecológica y en alimentación de origen vegetal.
Sin embargo, en los últimos tiempos hemos dado pasos atrás: las normas medioambientales se han flexibilizado, tanto a nivel nacional como internacional.
Veo esperanza en dos frentes:
Antes decían: «¿Productos de comercio justo? No hay demanda». Ahora se han dado cuenta de que, si ponen los productos a disposición del consumidor, la demanda seguirá.
Paradójicamente, ahora son esas mismas grandes empresas las que presionan a los responsables políticos. Han realizado importantes esfuerzos internos —creando equipos de sostenibilidad y adaptando sus procesos de aprovisionamiento— para encontrarse ahora con políticas gubernamentales que las empujan hacia atrás.
C.C.: Vivimos tiempos difíciles, no cabe duda. Tres de nuestros programas financiados por USAID se han cancelado, o ni siquiera hemos podido ponerlos en marcha, y la reducción de las ayudas de USAID seguirá teniendo un grave impacto en los próximos años.
Dependemos mucho de las subvenciones multilaterales, y el futuro de esos fondos es incierto.
C.G.: Nosotros dependemos menos de las subvenciones, pero la posible eliminación de los incentivos fiscales para las inversiones sostenibles podría afectarnos en gran medida. Y, sin embargo, esta medida apenas supondrá un beneficio para el Estado.
Espero —y creo firmemente— que las personas miren más allá del beneficio fiscal, porque su dinero permite a Alterfin generar un valor real.
También está el impacto indirecto: la reducción de la ayuda internacional debilita el entorno y a las personas con las que trabajamos. Por eso estamos convencidos de que ahora es precisamente el momento de hacer más.
C.C.: Tenemos que diversificar mejor nuestras fuentes de ingresos y desarrollar más colaboraciones con fondos privados, empresas, etc. Y lo más importante: en un mundo en el que prima el cansancio y la desconfianza, debemos recuperar la confianza de la gente en la cooperación al desarrollo.
Tenemos que demostrar que funciona, con historias positivas y testimonios reales. Tal y como lo estamos haciendo en nuestra campaña con Alterfin.
C.G.: Sin duda. Tenemos que reconstruir ese espíritu de conexión. Demostrar que una donación o inversión puede crear un cambio tangible.
Recordar a la gente que la solidaridad beneficia a todos, que las inversiones ayudan a mejorar el mundo, no simplemente a aplacar la conciencia.
La gente necesita esperanza y soluciones. Y eso es precisamente lo que Alterfin, Rikolto y muchas otras organizaciones belgas se esfuerzan en conseguir. Eso es lo que queremos destacar de nuestra campaña.
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