¿Cómo se puede recuperar la esperanza en medio del clima político actual? Benoît De Waegeneer, secretario general de Humundi (antigua SOS Faim), y Caterina Giordano, directora general de Impacto de Alterfin, analizan la cuestión en esta entrevista conjunta. Y parecen coincidir en la respuesta: para afrontar este problema, hay que actuar y dar a la gente los medios para hacerlo. Esta entrevista repasa también los 30 años de sinergias entre ambas organizaciones, comprometidas con la transición agrícola y las finanzas solidarias.
¿Cómo se puede recuperar la esperanza en medio del clima político actual? Benoît De Waegeneer, secretario general de Humundi (antigua SOS Faim), y Caterina Giordano, directora general de Impacto de Alterfin, analizan la cuestión en esta entrevista conjunta. Y parecen coincidir en la respuesta: para afrontar este problema, hay que actuar y dar a la gente los medios para hacerlo. Esta entrevista repasa también los 30 años de sinergias entre ambas organizaciones, comprometidas con la transición agrícola y las finanzas solidarias.
B.W. : Fue poco después de que Alterfin iniciase su actividad, a principios de los años noventa. Alterfin nació del análisis que se llevó a cabo en el seno del sector de las ONG, que buscaban un nuevo modelo para prestar apoyo a las actividades que generasen ingresos entre las comunidades agrícolas de los países en desarrollo. Humundi —en aquella época denominada SOS Faim— ya trabajaba en el ámbito de las microfinanzas. Rápidamente nos sumamos a la causa, nos convertimos en accionistas de Alterfin y nos unimos al consejo de administración.
C.G. : Antes de eso, ya habíamos colaborado sobre el terreno, más concretamente en Perú. Más tarde, Humundi abrió allí un fondo de garantía, FOGAL, que permitió garantizar parcialmente el financiamiento de Alterfin.
C.G. : Existimos exactamente por el mismo motivo: apoyar a las comunidades vulnerables favoreciendo su emprendimiento en una agricultura sostenible gracias a las microfinanzas, al tiempo que ayudamos a proteger el planeta. Para ello, ambas entidades identificamos clientes que ofrezcan un alto potencial de impacto en la agricultura y las microfinanzas. Lo que nos diferencia es la manera en que lo hacemos y las etapas en las que intervenimos. Para Alterfin, los clientes en los que invertimos ya han alcanzado un cierto nivel de viabilidad financiera.
B.W. : Por nuestra parte, en Humundi identificamos a estos clientes en una etapa previa, cuando creemos que disponen del potencial para ser viables. Les proporcionamos asistencia organizativa, técnica, agronómica…
De hecho, una parte importante de nuestros clientes agrícolas son susceptibles de acceder al apoyo posterior de Alterfin.
B.W. : El papel que desempeña Alterfin es fundamental como eslabón para ofrecer financiamiento a organizaciones que, de otro modo, no lo hallarían. Al igual que nosotros, ellos se centran en un sector complicado, pero útil. Al final, ambas entidades compartimos el objetivo de demostrar que las alternativas económicas son posibles y viables. Para ello, nos planteamos siempre la misma cuestión: ¿cómo se puede reducir el riesgo de inversión para los agentes económicos, sobre todo en contextos políticos complicados?
C.G. : Por eso es tan importante el fondo de garantía FOGAL, con el que siempre cuenta Alterfin para cubrir sus préstamos. Es un instrumento clave, que nos permite contar con un margen de maniobra para «probar» nuevas inversiones y más arriesgadas.
B.W. : Eso es precisamente lo que queremos fomentar. Muchos agentes financieros centran sus inversiones en el entorno urbano, por ejemplo, pero nosotros queremos participar en el entorno rural, al igual que vosotros, porque ofrece mucho potencial de cambio.
C.G. : En la actualidad, hay muchos más inversores de impacto y fondos ASG, pero la mayoría de ellos no se dedica realmente a las finanzas comprometidas. No basta con invertir en proyectos que tienen un «impacto limitado» en el medioambiente.
Ya no se trata de limitar los daños, sino de repararlos y cambiar el modelo.
Caterina Giordano, Directora General de Impacto
B.W. : En los países donde trabajamos, se observa un creciente interés en la agroecología por parte de las autoridades. Algunas empiezan a verla, por fin, como una alternativa real. Recientemente, un cliente del sector de las microfinanzas nos dijo que una inversión en agroecología era incluso menos arriesgada hoy en día que una inversión en agricultura tradicional. Esto pone de manifiesto que las cosas están cambiando.
Lo que no ha cambiado es la falta de acceso al financiamiento. Resulta sencillo financiar modelos de negocio ya establecidos. Todavía hoy, apenas el 0,8 % del financiamiento mundial en beneficio del clima se destina a pequeñas explotaciones agrícolas familiares, cuando son ellas las que podrían desempeñar un papel fundamental en la conservación del medioambiente, y son las primeras víctimas de un cambio climático del que apenas son responsables.
B.W. : En la actualidad, el discurso de los políticos puede parecer lógico a primera vista: el desorden mundial es tal que se debe invertir en defensa para recuperar la estabilidad, pero ¿qué es la cooperación para el desarrollo sino una eficaz inversión en estabilidad?
Resulta incomprensible la decisión del gobierno belga de recortar, al mismo tiempo, las subvenciones a las ONG y suprimir la ventaja fiscal vinculada a las donaciones. La primera iniciativa parece indicar que quieren hacer recaer una mayor parte de la solidaridad en el sector privado. ¿Pero qué mensaje transmite la supresión de la ventaja fiscal?
C.G. : Es difícil no verlo como una deliberada estrategia de debilitamiento, pero es una estrategia ilógica, porque nadie sale ganando. Seamos honestos. Si queremos evitar la guerra y las migraciones masivas, lo más lógico es invertir para que la población tenga oportunidades y pueda vivir dignamente en su propio país, ¿no?
Existe un gran malentendido que perdura. Hacer un donativo o una inversión solidaria no es caridad. Es una inversión en el planeta, en reducir la pobreza y, por tanto, apostar por el futuro.
C.G. : Nuestros clientes son mucho más resilientes de lo que pensamos, están acostumbrados a adaptarse. Pero es cierto que el contexto actual no resulta demasiado halagüeño. Y sí, hay cooperativistas que se han ido recientemente debido a la supresión de la ventaja fiscal vinculada a su inversión, pero creo que, en el contexto actual, vendrán nuevos miembros, y lo harán por las razones correctas.
Frente a retos cada vez mayores, uno puede sentirse cada vez más pequeño, pero la esperanza es un músculo que conviene ejercitar, y la mejor manera de hacerlo es a través de la acción, tal y como hacen precisamente nuestros cooperativistas y donantes. No hace falta ser Greta Thunberg, podemos actuar en el día a día a través de nuestras elecciones, nuestros votos y nuestras acciones concretas.
Caterina Giordano, Directora General de Impacto
B.W. : En los países donde trabajamos, el desmantelamiento de USAID ya ha provocado, por sí solo, muchos despidos sobre el terreno. Nuestros clientes notan que algo está cambiando, pero el sentimiento sigue siendo el mismo: «nos las arreglaremos». Sabemos que hay cosas que funcionan y nos han hablado de los cambios positivos. Nuestro reto es transmitir esos mensajes positivos sin parecer ingenuos.
Hay que dar a la gente los medios para actuar. Cada año, nos apoyan 1000 personas más que el anterior porque confían en nosotros para marcar la diferencia. Esto refleja los diferentes barómetros por los que se rigen las preocupaciones de la ciudadanía, tanto en Bélgica como en el resto de Europa. La mayoría de los belgas sigue considerando importante invertir en cooperación para el desarrollo, y el clima sigue siendo una de sus principales preocupaciones. Por lo tanto, las decisiones de las esferas políticas no parecen coincidir realmente con las prioridades de la población.
Así que se podría decir que hacer un donativo o invertir nuestro dinero de otra manera es hoy un verdadero acto de resistencia.
Benoît de Waegeneer, Secretaria General de Humundi (anteriormente SOS Faim)
B.W.: Estamos felices de poder trabajar con Alterfin en esta campaña; es una oportunidad fantástica para destacar el papel económico que desempeña Humundi. Tenemos mucha sintonía con Alterfin y, por supuesto, seguiremos planteándonos nuevos retos mutuamente.
C.G.: Humundi forma parte de la aventura de Alterfin desde sus inicios, así que es una colaboración absolutamente lógica.
En cuanto al mensaje, resulta sencillo: ¡frente a los gobiernos que hacen cada vez menos, debemos unirnos para poder hacer cada vez más!
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